Últimamente he leído a Coelho e incluso mis agendas de los últimos dos años vienen con inspiración suya integrada. Los libros que me acercaron a el fueron El Alquimista y El manual del guerrero de la luz y debo decir que son libros motivadores y con mucho encanto.
Así que después de una recomendación me decidí a leer Once minutos pero en la biblioteca no lo tenían disponible y termine leyendo antes El demonio y la señorita Prim. Cuando Once minutos estuvo disponible eramos perfectos el uno para el otro.
Al inicio y como en un cuento de hadas Coelho nos presenta a una prostituta llamada María, claro que no siempre fue prostituta...
Desde el primer momento María me encantó por su sencillez y su forma simple y practica de ver el mundo, ella sabía de las oportunidades y de los sueños comunes pero también tenía mucha determinación.
Después de algunas decepciones amorosas, de perder su virginidad en la parte trasera de un auto y de meses de ahorro por fin hace su primer viaje sola, donde conoce a un extranjero que le promete un trabajo bien pagado y que le hace firmar un contrato.
Cuando María llega a Suiza se encuentra con un lugar frio y donde nadie (salvo otras prostitutas brasileñas) habla su lengua. Comienza a dominar el idioma, frecuenta la biblioteca del lugar y se hace amiga de la bibliotecaria, ¡ah si! y por las noches ejerce su profesión de prostituta.
No quiero contar mucho más de la historia porque creo que debe ser leída para poder entenderla. Personalmente no pude dejar de hacer la comparación con el best seller 50 sombras para proclamar al final la superioridad en cuanto a personajes y narrativa de Once minutos que en dos páginas te dice más sobre sadomasoquismo que los tres tomos de la otra.
Lo que me encantó fue la personalidad de María, su diario, su intelectualidad simple y el momento que me enamoró fue cuándo él de dice:
Podría haberme acercado, pero soy romántico, incurablemente romántico, y creí que sería mejor tomar el primer puente aéreo para París, pasear un poco por el aeropuerto, esperar tres horas, consultar un sinfin de veces los horarios de los vuelos, comprar tus flores, decir la frase que Rick le dice a su amada en Casablanca, e imaginar tu cara de sorpresa...
Creo que en el fondo y aveces sigo siendo una romántica también...