Después de tanto planear mis vacaciones perfectas a la playa (sol, arena y mar) terminamos en otro lado. Nuestro pequeño viaje comenzó con una autopista bastante cargada por un accidente, después de reusarme a ponerle gasolina a mi coche en medio del embotellamiento mi aviso de combustible se puso rojo y obviamente me altere jajaja.
Logramos llegar a la gasolinera sin problema aunque con algo de angustia y llenamos el tanque. Nuestras cuatro horas de recorrido siguientes estuvieron bastante fluidas, fue una buena decisión postergar el viaje hasta después de semana santa porque las carreteras ya no estaban tan llenas.
Por fin llegamos a Querétaro guiados por el buen Waze, aunque cuando estábamos por dejar la autopista quería que diéramos vuelta a la izquierda hacia un voladero, en fin, aprendimos a confiar en el GPS pero no tanto…
Aquí viene lo interesante pues después de rodar por carreteras en medio de la ciudad empezamos a llegar a nuestro destino: la nada.
El paisaje es hermoso, hay vegetación de pequeña altura lo que te permite ver campos y ranchos que tienen inicios pero no tienen fin. Pasamos por unos tres arroyos y en sus orillas hay piedras anchas pero bajitas por las que se te antoja saltar. La carretera solo tiene dos carriles y es bastante sencilla, tanto que se confunde con los amplios terrenos.
De vez en cuando nos encontramos con algunos perritos al lado de sus amigos humanos, lo que nos hizo recordar que lo único que falto para que este viaje fuera perfecto es Sam.
Después de varios kilómetros, y en realidad varios, llegamos a nuestra morada por un par de días. El hotel a primera vista muy agradable pero cuando entramos era más que eso, el buen Jaime el revolucionario nos atendió para nuestra reservación y otro soldado nos acompañó a nuestra habitación y nos enseñó las principales áreas como el tragadero, la pileta y el área de caballos, bicicletas, cuatrimotos y tirolesa.
El Hotel Misión la Muralla fue una sorpresa muy agradable y el primer hotel temático al que vamos.
Después decidimos ir en busca de nuestra próxima parada para medir tiempos para mañana. Nos tardamos aproximadamente una hora, y llegamos a Tequisquiapan, dimos con el lugar, una pequeña vuelta, lluvia y corrimos al coche de nuevo.
El paisaje entre la autopista y el hotel de verdad me encanta, podría pasar unas veinte veces más, no sé si me aburriré.
Cuando llegamos nos esperaba un retén revolucionario, nos pidieron la contraseña, la cual NO sabíamos y nos pusieron un nombre más mexicanote jajaja, en mío fue Petronia, el de mi hermana Primitiva y el de Esteban Bonifacio :o. Logramos entrar a la base militar y nos dispusimos a atacar el tragadero. Debo decir que la comida fue muy buena y bastante, mi favorito: el café de olla.
Ahora llueve, me dispongo ver una película y después a dormir…