Después de haber pasado en carretera 24 horas un fin de semana, en un camino lleno de piedras y alejado del mundo, los recorridos y los caminos posteriores ya no parecen tan amenazadores.
Este fin de semana pasado (03 de agosto) terminando de trabajar salimos rumbo a otra aventura. Llegamos al punto de reunión en Cocoyoc a las 15:00 hrs donde veríamos a nuestros acompañantes.
Hacía bastante calor así que decidí que con la chamarra de cuero habitual estaría bien...
El camino para llegar a Amecameca es bastante bonito, ya había ido antes en plan de excursión a la iglesia y quizá por eso lo había bloqueado de mi mente porque no recordaba nada más que el nombre. Pasamos por un club con nombre extraño y por un puente, de esos que me ponen nerviosa. En un rato más estabamos llegando. Pense que ibamos a la iglesia, o a comprar pan, mis ojos se iluminaron con tantos "marquezotes" en la calle, pero no.
La idea era ir hasta Paso de Cortes y cuando salimos de Amecameca nos sorprendió la lluvia, evidentemente no llevamos impermeables y el frío comenzaba a hacer estragos.
Conforme subíamos por el bosque el frío aumentaba, pero había pasado por mucho más frío en otras ocasiones así que no estaba muriendo, viendolo en retrospectiva creo que cada experiencia te hace más fuerte y más resistente, entre más extremo sea más simples son los contratiempos cotidianos.
El bosque es espeso y lo que nunca me voy a quitar de la mente es relacionar escenarios y desafortunadamente el bosque me recuerda a la película camino hacia el terror por lo que siempre estoy alerta por si algún maniático caníbal, ya saben...
Por fin llegamos a la cima y los dos volcanes se alzaban en medio del frío verano. El baño fue la primera parada y después siguieron las fotos.
Lo que se agradece fue el gorro-bufanda de Gun, me salvo la vida. Esperamos un rato y las nubes se empezaban a dispersar, por cierto ya no llovió.
Las míticas botitas haciendo presencia.
A pesar de los inconvenientes que ha tenido Jezza también estuvo presente.
Las dos tortugas en medio del frío.
De regreso tuvimos un camino mojado, la lluvia ya había rodado antes que nosotros esos rumbos y en ciertos puntos nos tocaron unas gotitas. Lo único que yo pedía era que no llovíera mientras cruzabamos el cañón de lobos, la verdad aún me estresan las curvas con lluvia.
Justo saliendo del cañón comenzó a llover y no paró hasta que llegamos a casa, mojados, pero sin percances y con risas termino nuestro fin de semana.
"Viviendo el camino, sin prisas, pero sin pausas"