Bienvenidos!

Comunicologa y mercadologa de profesión, una de mis pasiones: la organización de eventos. Me encanta el café, el té, el sushi y soy alérgica al ejercicio.

Esta es una recopilación de cosas que amo... desde fotos hasta social media.

Así que esperen ver de todo por acá.

martes, 8 de julio de 2014

MOTOS / Jezza



 Desde siempre me han gustado las vespa y los vochos, creo que mi moto ideal sería una "café racer" me parece que tiene un perfil muy particular, hipster, con diseño increíble y con una historia que va conmigo. Mi ideal también es pesar 55 kg y heme aquí, lo que quiero decir es que la vida no va por ahí cumpliendo sueños ...


Después de visitar agencias, tiendas departamentales y de ver muchas y muchas páginas de internet mis opciones se redujeron a la RC150 de Itálica, la Vitalia, alguna de Honda que no recuerdo el nombre, una Vento, y la Pulsar135. Por rendimiento, diseño, precio y demás las finales eran la RC y la Pulsar pero un día se nos ocurrió hacer un pequeño viaje a una clase de motos de Italika y fue eso lo que determinó la decisión. Una de las personas del equipo de los cursos tenía una muy mala actitud, me colmo la paciencia y decidimos irnos a comer.


Lo difícil no fue ver opciones, uno puede ir por la vida viendo y soñando cosas hasta que un día mágicamente (en realidad no fue magia, fue marketing) Bancomer hizo una oferta a la que uno no se puede resistir y ahí estaba yo en la agencia pagando por una maquina que no sabía manejar.

Como no estaba en existencia la mandaron pedir a algún lugar, en ese momento "Jezza" y yo ya teníamos un destino en común.

No sé cómo describir los días siguientes, fueron una mezcla de miedo, ansiedad, emoción e incertidumbre. Recuerdo cuando me senté en el asiento del conductor de mi coche por primera vez hace poco más de un año, no tenía ni idea de como iba a hacer que esa cosa se moviera y sentía terror de echarlo a andar, pues algo similar pasaba esta vez.

Los días pasaban y empece a sentir que quizá había soñado con todo y que nada nuevo pasaría y de pronto en medio de alaridos (míos) por una canción que sonaba en la tele el teléfono sonó...

Al día siguiente fuimos a la agencia y después de interminables "ya casi" vi salir por la puerta de abajo una maquina negra, la dejaron ahí y me preguntaba si esa cosa que brillaba bajo el sol era mía.

Evidentemente yo no la lleve a casa, me subí al coche una vez más y solo la veía a ratos por el retrovisor, cuando llegamos fue el momento de la verdad. Con unas pinzas como de boca de hormiga en el trasero y unos espejos como antenitas de guachichila solo podía pensar que eso era en definitiva un bicho gigante, uno frio e inmóvil, y ahí estaba yo, de frente a esa cosa que no se movía...


Continuará... jajaja